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["Enrique Mateu" <correo AT enriquemateu.com>]

Aunque sea un poco largo de exponer tal vez sería muy interesante hablar de los diferentes modelos de negocio para que todos los interesados podamos situarnos en este complejo mundo de las regalías, los sueldos y los derechos de autor.

 

Siguiendo el ejemplo que nos proponía Pucker de "entrada para una película", dentro del modelo de negocio del cine hay una serie de trabajadores que desarrollan diferentes trabajos y que reciben compensación económica de diferentes maneras y formas. Mientras que unos hacen su trabajo (los actores por ejemplo) y cobran la cantidad estipulada independientemente de si la película termina siendo la más taquillera del mundo o no. Otros, como los directores, cobran una cantidad fija por su trabajo y se quedan con un porcentaje mínimo (regalía) para que en caso de éxito recibir una compensación económica. Y otros, como los autores, no cobran sueldo alguno sino que cobran mediante las sociedades de gestión de propiedad intelectual que al recaudar el 10% aprox. de la taquilla lo reparte entre los mismos (también hay excepciones pero que confirman la regla).

 

Nadie podrá discutir que los tres están trabajando con lo que técnicamente se denomina Propiedad Intelectual. Tanto la interpretación, como la dirección y la autoría son trabajos de creación necesarios para la obra. Obviemos cuestiones que todos sabemos del tipo; una magnífica obra que el director ha destrozado; un guión flojo lo salva la actriz que se marcó un papelón; ese petardo de actor lo dirigió magistralmente el director; la película vale la pena solo por la fotografía; es un bodrio pero la producción alucinas; etc.

 

El asunto es que se podría haber llegado a la conclusión de que el autor cobrara una cantidad fija basada en sus éxitos anteriores y que fuera el actor el que cobrara dependiendo del éxito de la película. O que absolutamente todos los trabajadores fueran a porcentaje (los derechos de autor no son más que eso mismo). O que todos cobraran por su trabajo en base a su propio cachet fijado por su nivel profesional y sus éxitos anteriores. De hecho, el uso y costumbre ha hecho que en determinados casos se utilicen de común acuerdo técnicas mixtas o incluso invertidas.

 

Ese modelo, que terminó por establecerse, el estándar, es el que ha estado vigente durante una considerable parte del siglo XX. Por razones obvias nada de esto existía antes de ese siglo. Y mientras que el modelo de negocio era como era, pues aparentemente nadie se quejó. Pero llega el fin de siglo y con él llegó la Sociedad de la Información, la Digitalización y demás modernidades. Todos los profesionales dijimos ¡que maravilla la Era Digital! Hagamos formatos digitales con calidad estupenda... pero muy pocos se dieron cuenta de que eso implicaría, forzosamente, un cambio en el modelo de negocio. Gracias a la tecnología digital las copias "clónicas" eran posibles y el trasiego de contenidos en la Sociedad de la Información imparable.

 

Llegados a este punto tenemos dos posibilidades; o nos empeñamos en utilizar el modelo de negocio que existía en el siglo XX que fue diseñado para unas circunstancias determinadas o aplicamos uno nuevo coherente con la nueva situación.

 

La primera es la que defiende el "stablishment" como es lógico y natural. Si hablamos ahora de la música el problema, siempre según mi modesta opinión, es que para adecuar el viejo sistema a las nuevas tecnologías se están viendo obligados a proponer la limitación de determinadas libertades que permiten esas tecnologías y establecer también unos cánones (recuerden que el de los CDs y los DVDs son la continuación de los cassettes pero la antesala de los discos duros, las ADSL, etc.) que estimo inadmisibles en el siglo XXI. Me produce una profunda tristeza. Porque encima lo hacen en nombre de los "pobres músicos"... esos a los que SGAE le quitó su derecho a voto hace una docena de años, esos mismos que no pueden acceder a las compañías discográficas para que les publiquen sus trabajos y cuando mandan con ilusión las maquetas ni se molestan en contestarles, esos mismos, los músicos callejeros y del metro, que la Academia de la Música (léase SGAE y AIE) decían homenajear en la gala de la entrega de los Premios de la Música solo porque José Carlos Plaza utilizó un decorado multimedia con imágenes urbanas para situarlos... En fin, ahora resulta que en realidad el "star system" es una ONG creada para ayudar a las bases musicales del país.

 

La segunda posibilidad propone un sistema mixto en el que los creadores tengan todo un abanico de posibilidades que las nuevas tecnologías permiten hoy. Desde elegir el sistema del siglo XIX (vender la música solo en formato partituras, cobrar un sueldo fijo como maestro de capilla o de la casa Real, etc.), el del siglo XX (alquilar tu trabajo y cobrando por uso mediante gestión colectiva y compañías discográficas), o los que se podrían aplicar ahora (venta directa de tu trabajo, música libre, CC, etc.). Esta segunda opción posibilitaría, y solo por citar unos ejemplos:

 

- Que un joven compositor-intérprete realice una grabación en su casa de su música (con software libre, por ejemplo), se diseñe una modesta página web en html (con software libre por ejemplo) y cuelgue su música libre para que la gente se la baje gratis y así promocionarse y conseguir sus primeros conciertos sin que venga la SGAE, incluso no siendo socio, a pedirle 80.000 pesetas mensuales o aunque sea una peseta al año por tener su música colgada en Internet.

 

- Que ese joven pasado un tiempo grabe su disco con sus temas en un estudio profesional y se auto publique (incluso haciendo las copias con su propia tostadora en casa) bajo licencia CC y los venda desde una página web, en una tienda de una amiga o en sus conciertos sin tenerle que pagar nada ni a la SGAE ni nadie salvo en su declaración anual por ingresos y el IVA o lo que proceda.

 

- Que ese joven, debido al éxito con los conciertos y las ventas de discos artesanales decida firmar por tres años con una compañía independiente local que le ofrece distribución nacional y grabar un videoclip a cambio de un 50% de regalía y 50% de derechos editoriales.

 

- Que ese casi todavía joven, después de unos años y un éxito arrollador, decida firmar un contrato en exclusiva con una importante multinacional para lanzarlo al estrellato en todo el mundo a cambio de 100.000 dólares a la firma del contrato por cinco años y tres discos y una regalía del 7% del precio de distribuidor.

 

- Que ese no tan joven, algunos años más tarde, cansado de que todo el mundo le comiera la cabeza, cansado de haber vivido a dos mil por hora, cansado de tanta palmadita en al espalda, vuelva a componer música libre y colgarla en la web por el simple placer de volver a sentirse joven.

 

Este ciclo de vida que me acabo de inventar es solo a modo de ejemplo de los muchísimos posibles. No deja de sorprenderme el modelo de negocio que utilizan los que hacen músicas electrónicas que encima lanzan sus productos en vinilo y crean una cadena de valor absolutamente alucinante e impensable hace solo 10 años. Pero no me voy a dedicar aquí a darle clases de modelos de negocios para el sector de la música. Como digo son muchísimos los posibles y cada uno que se monte el suyo o que copie el que mejor le venga en gana. Pero el Estado debe defender nuestro derecho a elegir entre vender, alquilar o regalar, exactamente igual que la prostitución o la enseñanza; que se puede regalar, alquilar o vender.

 

Saludos y perdonen el mitin.
Enrique Mateu

 

PD: ¿Alguien se quedó con el mensaje que José Carlos Plaza proponía en la Gala de los Premios de la Música en el que músicos de solvente trayectoria profesional pero absolutamente desconocidos para el gran público eran los que entregaban los premios a los ganadores que a su vez tenían prohibido hablar? Salvo en el caso de Bebe que cantó, habló y se llevó un montón de premios y alguno otro (a saber porqué).